Medida por huevo = 3x cucharadas soperas
3x huevos
9x cucharadas (soperas) aceite oliva
9x cucharadas (soperas) leche
9x cucharadas (soperas) azúcar
1x sobre levadura química
Ralladura de limón o de naranja
1x chorrito de anís
Harina, la que admita, para los tres huevos he puesto un total de 640 gr.
Elaboración:
Como podéis observar, es fácil recordar las medidas de las rosquillas, por cada huevo 3 cucharadas de los ingredientes principales, así que adaptad la receta al número de huevos que queráis hacer.
Empezaremos poniendo los huevos en un cuenco y batiéndolos con la ayuda de unas varillas manuales. Añadimos el azúcar y seguimos batiendo hasta que esté integrado completamente. Añadimos la leche, la ralladura de naranja y el chorrito de anís y seguimos batiendo.
Después añadimos el aceite y batimos hasta que esté completamente integrado. Añadimos el sobre de levadura química y mezclamos también con la ayuda de las varillas.
Es el momento de añadir la harina. Id integrándola poco a poco y mezclándola bien con la ayuda primero de las varillas, después de una cuchara de madera y finalmente con la mano. Cuando esté lista veréis que se separa bien de las paredes y el fondo del cuenco, aunque seguirá siendo un poco pegajosa. Tapadla con un trapo limpio y la dejáis reposar (a temperatura ambiente) unos 30 minutos.
Pasados los 30 minutos vamos a formar las rosquillas. Aceitamos la superficie donde las vayamos a colocar y también nuestras manos (con un poquito de aceite de girasol) para que no se nos peguen. Cogemos una porción de masa, formamos una bola, metemos el dedo en medio y empezamos a abrir un agujero. La colocamos sobre una superficie plana, la aplanamos un poco y le acabamos de dar forma (lo más redondita posible).
Ponemos abundante aceite de girasol en una sartén y vamos friendo nuestras rosquillas. No pongáis muchas a la vez porque crecen. Tienen que freírse a fuego medio, para evitar que queden crudas por dentro o demasiado tostadas. Las colocamos en una bandeja con papel absorbente y cuando estén tibias, las rebozamos con azúcar o si os gusta la canela, una mezcla de azúcar y canela. Una vez frías, las conservamos en un recipiente hermético para que no se sequen.